Las hojas son pinnadas, creciendo entre 4 y 6 metros de longitud en árboles maduros. Los folíolos individuales (llamados pinnas) son simples y estrechos, midiendo entre 20 y 40 centímetros de largo cada uno. El eje central de la hoja, el raquis, se ensancha en su base y está armado con largas y afiladas espinas. La apariencia general de las hojas es similar a una pluma larga. Un ejemplar maduro puede sostener cien o más hojas al mismo tiempo, formando una corona densa, casi redondeada, de más de 10 metros de diámetro. Como otras palmeras, las bases de los pecíolos pueden persistir durante algún tiempo, una característica particularmente notable en ejemplares podados.
La floración comienza a principios de primavera. Los brillantes escapos florales ramificados de color naranja son abundantes, pero permanecen ocultos dentro de la corona incluso cuando alcanzan su madurez. Estas palmeras son dioicas, lo que significa que las flores masculinas y femeninas se encuentran en árboles separados. Los frutos maduran en otoño o principios de invierno y, aunque son bastante grandes, no son especialmente carnosos, por lo que no son adecuados como dátiles comestibles. Cada fruto contiene una sola semilla grande.
P. canariensis es endémica de las Islas Canarias, un archipiélago volcánico frente a la costa suroeste de Marruecos, en el océano Atlántico. Aunque pertenecen a España, las islas gozan de un alto grado de autogobierno. Esta palmera se encuentra en todas las islas principales, aunque su distribución es dispersa y localizada debido a siglos de actividad humana. Las mayores poblaciones restantes se encuentran en La Gomera. La introducción de especies exóticas de Phoenix (especialmente P. dactylifera) ha puesto en riesgo las poblaciones nativas, ya que estas palmeras se cruzan fácilmente, creando híbridos difíciles de distinguir de las silvestres.
El tronco de la palmera canaria tiene cicatrices prominentes de pecíolos "apiladas" unas sobre otras.
Aunque está adaptada a suelos ricos de origen volcánico, tolera una amplia variedad de suelos siempre que el drenaje sea bueno. Se adapta bien a arenas e incluso a suelos arcillosos, tolerando condiciones de pH moderadamente ácidas a alcalinas. Una vez establecidas, estas palmeras pueden soportar tanto sequías como inundaciones, siempre que estas condiciones no se prolonguen demasiado.
En resumen, esta es una especie de palmera fascinante y sorprendentemente resistente. Si decides cultivarla, deberás considerar sus requerimientos especiales y evaluar si tiene sentido intentar cultivar una por ti mismo.